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El Curioso Caso del Latinoamericano


Soy Carolina, soy ecuatoriana y hace ya casi 5 años tengo un novio español. Recuerdo que cuando lo conocí, una de mis amigas muy alegre por mí se acerca y me dice “flaca este es, con él vas a mejorar la raza” Esta frase no ha salido de mi cabeza desde entonces, y tengo que decir que a lo largo de los 5 años, me la han dicho muchas veces más. En mi país, como en algunos países cercanos, se la usa mucho y sin remordimientos.

Algunos dirán que es un chiste, que nadie lo dice realmente en serio. Yo les pregunto ¿están seguros?, de verdad ¿están seguros? Y si realmente lo están, pueden dejar de ser tan idiotas y no hacer comentarios idiotas. El racismo es una cosa horrible, pero el racismo de tu propia raza es mucho peor.

Sí, estoy furiosa, con ellos y conmigo. ¿Es que a ustedes no los pone furiosos darse cuenta que nos sentimos inferiores? Que creemos que mientras más blanco seamos, es mejor. En un país donde la mayor parte de la población tiene ascendencia indígena, decir eso y sentir eso es de idiotas.

Recuerdo que el primer mes que salí con mi novio me dijo que yo tenía más de indígena que de blanca y me ofendí. Sí, me ofendí. Fingí que no, pero tengo que admitir que en el fondo me dolió. Le dije que era mestiza. No me gustaba que me llamara india. ¿A quién en mi país le gusta que la llamen así?.

En la escuela nos ponen trajes y nos enseñan a bailar danzas tradicionales en las fiestas, pero no nos enseñan a valorar nuestras raíces, ni a sentirnos orgullosos de ellas. Podemos culpar al colonizador y decirles en sus tumbas que crearon personas con rechazo a su propia identidad, personas que tenían que rechazar lo indígena para sobrevivir, pero ahora, después de tantos años, quizás también deberíamos aprender a reconocer que si el complejo perdura es solo responsabilidad nuestra.

Ya no quiero que gente que estimo me haga, ni se haga, el mismo comentario; yo no quiero "mejorar" mi raza, me gusta tal y como es, y me gustaría también que a todos les guste tal y como es. Tampoco me molesta que me llamen sudaka, es lo que soy; el prejuicio y el odio está en la cabeza del xenófobo, no en la mía.

Estoy segura que algunos dirán que exagero y generalizo, pero quizás son algunos que nacieron lo suficientemente blancos para no sentir el rechazo de verdad. A lo mejor, con suerte, llegará el día en que sentados frente a su televisor verán una publicidad y se darán cuenta que los modelos no reflejan a la mayoría de la gente del país; o quizás harán fila para entrar a una discoteca y le dirán a alguien frente a ti que solo es con reserva, aunque tu entras justo después y no reservaste nunca. No es lo mismo clasismo que racismo, en Ecuador tenemos de las dos y la segunda duele más.

Miro atrás y me doy cuenta con vergüenza que no tengo ningún amigo indígena. A lo mejor es por el lugar donde nací, en la costa no existe casi población aborigen; o a lo mejor son las circunstancias de mi vida que me hicieron salir de mi país, o a lo mejor solo soy yo. Pero lo cierto es que soy de un país pluricultural y no tengo ningún amigo indígena. Hoy quisiera que esto cambie. Hoy quisiera tener uno y poder decirle que yo, un poquito más blanca y con la nariz menos aguileña, no soy mejor que él.


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