Para noches tristes
Prometà no volver a llorar.
Mierda.
El problema es que esta noche no quiero llorar, lo he estado haciendo cada viernes y estoy cansada.
Levántate y prende el ordenador, o el móvil si está más cerca. Mueve los dedos y busca tu música. No la triste con la que querÃas cortarte las venas a los quinces años. Ya no tienes quince años. Pon la música de tus recuerdos, la de los buenos. Esa música que te sabes, que te sabÃas incluso antes de escucharla por primera vez. Y canta, canta fuerte y sin pensar. A veces uno tiene que dejar de pensar.
Si supieras las veces que has cantando esta canción a lo largo de tu vida. Y si supieras las veces que lo volverás a cantar. Notas como el cuerpo se va aflojando, la vena en el cuello se va hinchando y tu sigues cantando. Y llora, llora con ganas y sin vergüenza.
Cuando somos niños y estamos tristes buscamos el abrazo de mamá, el abrazo de alguien que nos diga que las cosas van a estar bien y que no estamos solos; pero no es verdad, sà lo estamos. Cuando creces no nos quedamos con más compañÃa que nosotros mismos. Y sabes que? No somos tan malos, somos la personas que nos va a acompañar cada uno de nuestros dÃas, somos la fuerza que nos hace avanzar, somos lo mejor y más grande que tenemos. Quizás es tiempo de reconciliarnos.
Todo lo bueno y lo malo que ha pasado en nuestras vidas nos trajo hasta aquÃ. Toda la gente que nos hemos cruzado en el camino nos trajo hasta aquÃ. Lo cierto es que estamos hechos de retazos que tejemos dÃa dÃa. Hoy es uno de esos momentos que vas a dejar atrás y que va a formar parte de todos los momentos de tu vida.
¿Sigues triste? Bien, es porque sigues vivo. Has vivido tantas cosas y has sobrevivido tantas otras; este solo es un momento más, un hilo más. Mira tu tejido, que grande y colorido.
La música sigue sonando y quizás hasta te empiezas a mover.
Cierra tus ojos.
Respira.
Y canta más fuerte.
Porque la verdad es que ya no estás tan triste.